¿Cómo hizo para gastarse tanta plata para hacer semejante porquería?

Esa es la pregunta que recibió Luis Ospina en la conferencia de prensa después del estreno en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de su película Pura Sangre. Igualmente, leyendo un escrito de Luis Ospina:
Cuando la crítica de cine escrita no fue suficiente, Mayolo y yo decidimos llevarla a la praxis en el cine mismo. Por eso hicimos Agarrando Pueblo en 1977, como respuesta a la proliferación de cine de pornomiseria en nuestro medio y el tercer mundo. Esto fue como un escupitajo en la sopa del cine tercermundista, y por ello fuimos criticados y marginados en los festivales europeos y latinoamericanos, acostumbrados a consumir la miseria en lata para tranquilidad de sus malas conciencias.
Ahora le hacemos reverencia a las películas de Luis Ospina, de Carlos Mayolo y del resto del grupo de Caliwood, como por ejemplo una exposición en la Cinemateca de Bogotá. Lo dije hace poco en una entrevista para un podcast: En Colombia somos demasiado esnobistas. Hablamos de alfabetizar, de enseñarle al público que es el buen cine, desde nuestro gusto, mientras que ellos nos ignoran y ven lo que quieren ver. Especialmente cuando al principio les decíamos que estas películas no eran buenas, pero luego les hacemos retrospectivas y les damos reconocimientos a toda una vida.
Es por esto que empiezo una nueva sección en este blog titulada La Guía Subversiva para Hacer Cine. Creo que necesitamos hacer más cine por fuera de los métodos tradicionales. Necesitamos dejar de medir el impacto de nuestras películas de la misma manera que medimos a las películas de grandes presupuestos creadas por estos enormes conglomerados, plataformas de streaming y estudios.
Es por esto que tenemos que dejar de perseguir un ideal, ya sea de Hollywood o de lo que se espera internacionalmente que sea nuestro cine. Si tu película no remueve algo profundo en tu interior, ¿por qué esperas que al público le importe? ¿Por qué esperas que un fondo le importe?
La mayoría de cineastas independientes no fracasan por falta de equipos, dinero o talento. Fracasan porque están desesperadamente tratando de agradar. Se aferran a lo que se considera “bueno”, comercial o seguro ante un fondo. Pero seguir esta táctica está matando tu voz creativa.
El mundo no necesita más películas técnicamente pulidas pero emocionalmente vacías. Necesita historias valientes que desafíen nuestra forma de pensar. Obras que se nieguen a ser ignoradas. Cuando les cineastas buscan la aprobación de festivales, fondos o la industria, diluyen su instinto. Empiezan a hacer películas que “encajan” con lo que ven que funciona, en vez de decir algo real.
Y casi siempre, esto nace del miedo. Miedo al juicio. Miedo al fracaso. Miedo a que, si realmente te atreves a ir a ese lugar de verdad cruda dentro de vos, vas a ser rechazado. No hay nada que duela más que ser rechazado por quien realmente sos. Por eso ser artista es tan difícil. Cualquier persona creativa que opere al más alto nivel está exponiendo su psique al mundo entero. No es una tarea sencilla. Toda película independiente realmente poderosa vino de una cineasta que se incomodó y lo arriesgó todo—poniendo su cuello creativo en la línea.
Para poder hacer esto, tenés que dejar de pedir permiso. Nadie va a venir a salvarte como cineasta independiente, y tenés que verlo como algo positivo. No necesitas la bendición de un fondo para contar una historia real. Escribe el guion que te da miedo. Filma aquello que te aterra. Empújate a abrazar la incomodidad. En el borde de tu zona de confort vive tu verdadera voz creativa.
Así como Sofía Coppola hizo con Lost In Translation, debes seguir la gravedad emocional. La vida real es caótica, desordenada e incontrolable, ¿por qué tu película debería estar envuelta en un lacito perfecto? Sigue la gravedad emocional en tus escenas. Deja que tus personajes se contradigan. Permite que los momentos embarazosos y los silencios se queden en el aire. Haz que tu audiencia sienta tu película antes de entenderla.
Y ahora sigue el consejo que todo el mundo detesta: usa tus limitaciones para crear. No esperes tener la cantidad de dinero perfecto, que el fondo, que la co-producción, que los mejores equipos. Sean Baker hizo Tangerine con un iPhone. Steven Soderbergh hizo varias películas filmándolas con un iPhone. Y esas películas se hicieron con iPhones mucho mas viejos que los actuales. Pero mi historia favorita es la de Robert Rodríguez cuando hizo El Mariachi.
Entonces aprovecha tus limitaciones—son lo que te obliga a innovar. Elimina cualquier excusa que tengas para no hacer tu película.
Siempre me ha molestado el cliché de “escribe lo que sabes” pero creo que es siempre un buen principio para empezar a escribir. Tu experiencia vivida es una mina de oro de ideas—aprovéchala. Tenés que abrazar lo que hacer que seas raro, tus obsesiones, tus duelos, tus desamores. Son lo que hacen que seas vos. Lo que es personal para vos se puede convertir en algo universal cuando se cuenta con honestidad.
Y lo más importante de todo es que termines tu película. Me ha toca alejarme de varias películas de amigos y conocidos porque veo que no tienen ningún plan para terminar su película. Entonces no te aferres demasiado al perfeccionismo ya que eso nace del miedo. Hecho siempre es mejor que casi hecho. Termina tu película, compártela con el mundo, aprende como cineasta de todo el proceso. Y vuélvelo a hacer con otra película.